Con una energía inusitada/desenfrenada/inaudita, 20 mil 500 fanáticos escucharon y celebraron la reaparición de la banda inglesa Oasis en el Palacio de los Deportes, el miércoles pasado. La cita resultó un continuum delirium por todos los rincones del inmueble con la presentación/representación de algunas de las piezas de su reciente disco en estudio, Dig Out Your Soul, y sus éxitos cosechados a lo largo de su carrera musical, aunque unos opinaron que faltaron algunos temas emblemáticos que han dado carácter e identidad a los amos del brit pop.
Después del desmadre musical de 30 minutos, organizado por el grupo abridor, The Secret Machine, que cumplió con el encargo de sacar del estupor a los asistentes, la atmósfera se sentía relajada/festiva, como preludio de una velada de nivel estratosférico. Por fin, a las 21:30 horas la banda, comandada por los hermanos Gallagher, Liam y Noel, salieron para tocar Rock’n Roll Star.
Aunque al principio del concierto la acústica no fue la óptima, los ánimos del público no menguaron para nada, pues en cada estrofa que Liam entonó estuvo respaldado por el coro de 20 mil 500 almas dispuestas a disfrutar el concierto. Ya habían pasado Lyla, The Shock of the Lightning, Cigarettes and Alcohol, Meaning of Soul y To be Where There’s Life, cuando el ingeniero de sonido enderezó la acústica y, entonces, todos los instrumentos se escucharon bien. La fruición del recorrido musical que entonaba Oasis en complicidad con el público estaba en buen momento.
Cercano encuentro con sus fans
Una de las cosas que sorprendieron fue la actitud del front man de Oasis, Liam, quien dejó su pose mesiánica, que lo había caracterizado en las anteriores presentaciones en México. Esta vez una leve sonrisa se dibujó en su rostro; se le veía hasta alegre, interactuó/interpeló al público de las primeras hileras y hasta dijo que le gustaba México. Inclusive a su llegada al Distrito Federal los integrantes del grupo británico repartieron autógrafos a sus fans, algunos de los cuales los esperaron el martes en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de Méxcio, donde llegaron cerca de la media noche.
Con melodías como Waiting for the Rapture, The Master Plan, Songbird, Slide Away, Morning Glory y Ain’t Got Nothing, los británicos patentaron el elevado nivel musical que han adquirido y la reinterpretación/relectura que han hecho a sus influencias directas: The Beatles, The Who, Queen y The Rolling Stones.
Otra de las cosas sobresalientes fue el enorme juego de luces que acompañó a la banda, iridiscente/omnipresente que reforzaba la idea de que sobre el escenario se rifaba un grupo importante; al igual que las pantallas del lado del escenario, trepidantes tomas completamente mimetizadas con el tiempo/espacio del concierto. El público incansable no dejó ni por un instante de someterse a las interpretaciones de Oasis.
Así transcurrieron las dos horas de concierto, las 20 canciones elegidas por Oasis para la ocasión, de las que sobresalieron Importance of Being Idle, I’m Outta Time, Wonderwall y Supersonic, por cierto, esta última fue la primera que presentó la banda en su visita inaugural a México, en 1994.
Cuando Oasis pretendió acabar con la fiesta, el público hizo que regresaran para continuar; así lo hicieron y se rifaron con cortes clásicos de su discografía: Don’t Look Back in Anger y Champagne Super Nova, que fueron de las más celebradas.
Fuente: "La Jornada"
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